Vuelve el Mobile World Congress a la Fira de Barcelona tras el parón por el coronavirus
Este lunes ha arrancado la XIV edición del Mobile World Congress (MWC 2021) en el recinto Gran Via de Fira de Barcelona, en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). El esperado evento, que no se celebra desde que se desató la pandemia de coronavirus, reunirá a entre 30.000 y 50.000 asistentes, 300 expositores, 600 ponentes y 350 startups distribuidos en 100.000 metros cuadrados.
A diferencia de la edición anterior, celebrada en 2019, este año el evento será más reducido. Aquel año reunió a 109.000 asistentes en 120.000 metros cuadrados, sin embargo en 2020 la organización decidió cancelar el Mobile por la pandemia de coronavirus.
En el preciso lugar donde ahora trastean sus móviles unos emprendedores con una aplicación innovadora, hace justo un año había una cama del hospital temporal preparado para entrar en servicio si las instalaciones sanitarias de Barcelona se desbordaban por la pandemia. Partiendo de esa base, abrir las puertas del Mobile ya es todo un éxito, como no se cansa de repetir el consejero delegado de la GSMA, John Hoffman.
No solo abrieron las puertas ayer, sino que lo hicieron con miles de congresistas entrando por ellas. Obviamente, no tiene comparación con el congreso de febrero del 2019 ni cualquiera de los anteriores, pero ahí está el Mobile World Congress (MWC), en pleno verano, como símbolo de la recuperación de la actividad en Barcelona.
Al fin y al cabo, todo depende de cómo se quiera ver el vaso. Cuando se pasea en solitario por pasillos en los que antaño había que dar codazos para avanzar es tentador ver el vaso medio vacío, pero cuando se encuentran congresistas asiáticos reunidos en una discreta sala con dos empresarios locales, todo cobra sentido. Esa “vuelta a los negocios” que celebra la organización del congreso está ahí y ha regresado, sin la parafernalia de las grandes presentaciones del último modelo de teléfono móvil que le daba una imagen más tangible y de la que apenas hay rastro.
El perfil de congresista también es diferente. Hay más altos ejecutivos y personas con gran poder de decisión. Cada persona llegada desde otro país tiene sus motivos claros para haberse desplazado hasta la capital catalana, los que venían a pasear y toquetear se han quedado en casa.
La organización se ha centrado en atraer a congresistas de medio mundo pero blindándose frente al coronavirus, el único al que no se le quieren abrir las puertas. El acceso a la feria es infranqueable si no se pasa antes un test de antígenos negativo, previo pago obligatorio de 15 euros para todos y cada uno de los asistentes. No se escapa nadie. Ni tan siquiera los ponentes estrella o las autoridades políticas.
Vaso medio vacío
Los congresistas se mueven por pasillos sin aglomeraciones y stands desangelados
El resultado del test se conecta automáticamente con la aplicación móvil que sustituye a la clásica acreditación de cartón colgando del cuello que los asistentes de medio mundo acostumbraban a exhibir alegremente aunque estuviesen en la otra punta de la ciudad, lejos del recinto ferial de Gran Via. Las pruebas tecnológicas que se habían hecho en anteriores ediciones de acceso mediante un sistema de registro biométrico de la cara y con códigos QR en el teléfono móvil se han convertido en la única acreditación válida.
Dicha aplicación, que antes era un complemento y ahora es fundamental, también interroga cada mañana con un cuestionario en el que se debe declarar no haber estado en contacto con ningún positivo ni haber tenido síntomas en las últimas horas. De todos modos, cada 72 horas es obligatorio someterse a un nuevo test, de manera que los congresistas que visitan la feria de lunes a jueves deben someterse a un mínimo de dos pruebas diagnósticas.
Si algo ha demostrado la organización del Mobile es capacidad de adaptación al momento. Hace unos años se reforzaron las medidas de seguridad para hacer frente a los atentados y ahora son férreos en los controles sanitarios. A los fornidos agentes armados, se han sumado unos jóvenes contratados por la GSMA que cuando detectan que en algún lugar se agolpa más gente de la cuenta se acercan para recomendarles que, por favor, guarden las distancias y se dispersen en la medida de lo posible.
La mascarilla FFP2 también es un elemento obligatorio en todo momento en el interior del congreso. Si algún despistado no la trae de casa, debe comprarla en la entrada. Todas estas medidas de seguridad se complementan con controles de aforo en las salas de conferencias, en los stands e incluso en cada uno de los pabellones, que disponen de un aforo más que preparado para el volumen de asistentes congregados en el primer día de esta atípica edición veraniega en los tres pabellones ocupados de los ocho que acostumbraban a llenar.
Los habituales del congreso se muestran extrañados ante tan poco ajetreo. Las previsiones apuntan a unos 30.000 congresistas, una tercera parte de los más de 100.000 que hubo en el 2019. Las procedencias de cerca de 200 países se han reducido a la mitad, aunque el programa ministerial permite escuchar idiomas muy diversos. También se nota en la ausencia de prensa internacional, que no ha desplazado a sus especialistas ante la ausencia de las grandes marcas del sector.
Vaso medio lleno
Las salas de reuniones de negocios son un constante ir y venir de altos ejecutivos
A su vez, la baja de esas empresas que acostumbran a copar los titulares de la prensa tecnológica ha permitido que se hagan un hueco otras compañías. Por un lado, las de Barcelona, que han aprovechado el espacio vacío y los precios especiales para la industria local, haciendo del espacio de los emprendedores en el 4 Years From Now (4YFN) una de las zonas con más dinamismo y público del congreso. Por otro, nuevas empresas que aspiran a ocupar el espacio de esas multinacionales a las que de manera provocadora califican de auténticos dinosaurios.
La mayor apuesta en ese sentido la ha hecho Telco DR, una empresa especializada en servicios en la nube que ocupa los 6.000 m2que desde el 2013 pertenecían a Ericsson. Es todo un símbolo del cambio de guardia en el sector en este Mobile lleno de gestos. “El stand de Ericsson representaba una calle antigua en medio del estrés de Manhattan; el nuevo espacio creado combina la hipertecnología con la naturaleza, creando agradables zonas verdes”, explica Nacho Gómez, director de Mut, la agencia barcelonesa que se ha encargado de la concepción del nuevo espacio. Ha sido diseñado en menos de 100 días y todos los proveedores son locales, algo poco habitual en un salón donde los stands de las compañías asiáticas llegan prefabricados en barco y los operarios se desplazan desde el país de origen, incluso en esta edición tan rara.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/
No hay comentarios